La filosofía actual sufre de una insana fe en Kant. El presente escrito quisiera ser una contribución a superarla. Sería injusto querer menospreciar los inmortales logros de ese filósofo en la evolución del saber, pero hemos de acabar dándonos cuenta de que sólo podemos establecer el fundamento de una concepción realmente satisfactoria del mundo y de la vida si nos situamos en decidida oposición a ese espíritu.
En nuestras consideraciones intentamos averiguar cuál es la posición de nuestra personalidad cognoscente frente al mundo de lo objetivo. ¿Qué significa para nosotros la posesión del conocer y de la ciencia? Esa es la pregunta cuya respuesta buscamos.
El principal problema de todo pensar es comprender al ser humano como personalidad libre fundamentada sobre sí misma.