 ara muchos el primer encuentro con la producción dramática de Rudolf Steiner en Los Dramas Misterio supone una sorpresa y un descubrimiento por la forma tan concreta y real, muchas veces inesperada, en que cobran vida y se individualizan los contenidos que en sus libros y conferencias se tratan desde un punto de vista que, al lado de esta obra, resulta más "teórico". Para comprender los Dramas, sobre todo el primero, hay que tener en cuenta como se enlazan con la corriente de inspiración rosacruz que ya se vertía en poderosas imaginaciones desde el mundo espiritual cuando fueron captadas por algunos grandes personajes como Goethe, que plasmó esa visión en El cuento de la serpiente verde. En el tercer Drama, El guardián del umbral. Procesos anímicos en imágenes escénicas, se da un salto cualitativo respecto los Dramas anteriores. El científico Strader se encuentra esta vez en el centro con su despertar a lo espiritual. Ha inventado un mecanismo que haría posible trabajar con las fuerzas del mundo físico de modo que el ser humano no quede subyugado a las máquinas y pueda desarrollarse espiritualmente. En el cuarto Drama, El despertar de las almas. Procesos anímicos y espirituales en imágenes escénicas, se vuelve a poner a prueba lo alcanzado. Cuanto más se avanza hacia lo espiritual, más se entra también en la materia, en la realidad terrestre. |