Los hombres de la antigüedad, aún profundamente enraizados en la vivencia religiosa, percibían con sagrado temor la cercanía del ángel. A través de él se sabían unidos a la gran realidad divina; pero también sabían que él no es el Ser Divino único y omnipresente. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento reconocen la multiplicidad de los seres divinos. Cuando Cristo comienza a predicar anuncia el "reino de Dios"; no se refiere únicamente a "Dios" sino a un mundo con un orden jerárquico de seres espirituales, para cuya existencia quiere volver a abrir los ojos de los hombres. De ahí que su primera anunciación a los apóstoles exprese: "Desde ahora veréis abierto el cielo y los ángeles de Dios ascendiendo y descendiendo sobre el Hijo del Hombre". El sendero que El quiere mostrar a los apóstoles conduce a la videncia de los coros angélicos...